Mendoza, 23 de Abril
Hace unos
cuantos años uno de mis mejores amigos
enfermó de leucemia, una terrible manifestación del cáncer. De una manera
silenciosa se movía dentro de Jorge y fue tomando lugares de su cuerpo. Mas allá de todo intento médico, de toda
posibilidad de trasplante, siempre estaba la esperanza del milagro. Jorgito era un hermoso joven de 18 años, rubio,
de ojos claros, bien parecido, alegre, espontáneo, y lo mejor de todo era mi amigo.
Pero luego de luchar por mas de un año, él se fue de este mundo, dejando su sonrisa impregnada en mi mente. El 13
de abril de 1991 fue la última vez que nos vimos, los dos tomábamos rutas separadas, ese día yo viajaba muy lejos
de mi ciudad natal, y Jorge también emprendía otro viaje, el entregó su corazón
a Jesús, su futuro, su enfermedad, todo estaba allí en esa decisión. Sabíamos los dos que nunca mas nos veríamos
en este mundo, nos abrazamos, nos miramos, lloramos largamente, se rió y me
dijo “nos vemos del otro lado, te espero”.
Recuerdo que subí a mi moto y por mi espejo veía su figura hasta
desaparecer de mi vista. Unos meses después
su sangre había sido contaminada por la enfermedad y él se fue a su
morada eterna.
Quizás es triste y hasta pareciera
injusta la vida, pero hoy mirando atrás aprendí algunas cosas, yo no puedo
explicar los propósito de Dios, solo caminar en ellos, que yo no puedo cambiar
el futuro de las personas, que yo solo transito en la vida afectando a muchos a
mi alrededor, que mi mejor predicación es el ejemplo, que el amor de Dios
sobrepasa mi lógica y mi entendimiento.
Jorgito es una muestra de que nuestro
cuerpo es corrompible, su sangre se desvaneció. Pero hubo uno que derramó hasta la última gota para mí, para él, para
ti. Sé
que es una promesa eterna, Jesús dijo: Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna”.
La
sangre de Jesús es en nuestras vidas la
marca distintiva que nos diferencia del resto, la sangre de Jesús sin mancha
alguna es la única que puede Lavar las
ropas de tu corazón. Recuerda que al llegar al final de nuestras vidas
entraremos a una fiesta eterna, allí en la entrada solo pasarán, asistirán,
solo se sentarán a la mesa, solo comerán,
solo podrán estar con el amado, los que lavan sus ropas, su corazón con
su Poderosa e Inigualable Sangre.
Salmos 24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y
quién estará en su lugar santo?
Salmos 24:4 El limpio de manos
y puro de corazón………..
Al final de
todos los tiempos se escuchará esta conversación
en los cielos:
Apo 7:9
Después de
esto miré, y he aquí una gran multitud,
la cual nadie podía contar, de
todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos;
Apo 7:10 y clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero.
Apo 7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son,
y de dónde han venido?
Apo 7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes.
Y él me dijo: Estos son los que
han salido de la gran tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero.
Apo 7:15 Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo; y el que está
sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Apo 7:16 Ya no tendrán hambre ni sed,
y el sol no caerá más sobre ellos,
ni calor alguno;
Apo 7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda
lágrima de los ojos de ellos.
Hoy sé que Jorge esta esperándome allí, su vida es
una muestra del poder de Dios, ya que el pecado destruyó su cuerpo pero el
poder de la sangre de Cristo puede mas que la misma muerte.
Oremos juntos:
“ Señor Jesús creo
en ti, creo en tu muerte, creo que resucitaste, y creo en el poder de tu sangre
preciosa, yo te necesito este día como cada día de mi vida, límpiame, limpia mi
corazón, cambia las vestiduras de mi corazón. Jesús lo recibo de ti. Te amo mi
Señor”
Bendito eres!!
Eduardo Casas